Según las autoridades de Bogotá , en los últimos meses al menos 20 mujeres vivieron un infierno al tomar un servicio de taxi en las localidades de Chapinero, Teusaquillo y Barrios Unidos.
Con las denuncias de las valientes víctimas, iniciaron hace cuatro meses las investigaciones.
“Obligaban a las víctimas a entregar las tarjetas de crédito con sus claves intimidándolas con armas blancas, descargas eléctricas y hasta con lanzarles ácido en sus rostros”, contó el general Fabián Laurence Cárdenas, director del Gaula de la Policía.
Fueron cuatro los integrantes de ‘Los pikachú’ capturados, entre ellos alias ‘Gafas’, al que señalan ser el más sádico y agresivo de los criminales.
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También fue detenido alias ‘Lucho’, el jefe de la banda y quien era el encargado de hacer inteligencia días antes a sus víctimas para luego secuestrarlas y convertirles en víctimas del secuestro express.
¿Cómo robaban ‘Los pikachú’?
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En un video de seguridad se puede observar el momento en que una mujer, que salía de trabajar hacia las 9:00 p.m. en la avenida Primero de Mayo, sur de Bogotá, se sube a un taxi al que metros más adelante le ocurre algo inesperado.
Así narró la última víctima de la banda cómo eran los tenebrosos momentos que pasaban las usuarias:
“Me dijo que se estaba quedando sin clutch, yo le dije que yo me bajo, yo cojo un taxi, no hay problema. Él me dijo que no, que esperara”.
En ese momento, dos cómplices, que llegaron a bordo de otro vehículo, se subieron al que supuestamente estaba fallando.
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“Uno me tapó los ojos, el otro me abrazó y me despojaron de mis pertenencias. Ellos me decían que me quedara callada, que no gritara, que no hiciera nada porque o si no me dañaban la cara y comenzaron a tocarme mis partes íntimas”.
Esto ocurría mientras seguían dándole vueltas en el taxi por un sector bancario.
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“Comenzaron a decirme que les diera las claves de las tarjetas o si no me quemaban la cara, de un momento a otro se bajó uno con las tarjetas y fue a un cajero”.
A través de sus teléfonos celulares, los delincuentes coordinaban cómo sacarían el dinero de los cajeros. El Gaula recuperó esas llamadas.
Y luego del terrorífico recorrido, antes de dejarla ir, le hicieron una advertencia.
“Cuando me bajaron me dijeron que no fuera decir nada porque ellos sabían dónde vivía y sabían todo de mi vida, dónde trabajaba y a qué hora salía”.
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