El municipio de Armero , Tolima, era hace 35 años un próspero refugio agrícola dedicado a la siembra de arroz. La noche del 13 de noviembre de 1985, el cráter arenas del nevado del Ruiz hizo erupción. El deshielo provocó una avalancha de lodo que descendió por el río Lagunilla y acabó con el pueblo.
Solo en las primeras luces del día 14 de noviembre, pilotos como Fernando Rivera, que sobrevolaron el sitio, contaron el desastre.
Se calcula que más de 25 mil penosas perdieron la vida en esta tragedia natural, considerada la más grave que ha sufrido el país. Todo quedó sepultado.
Entre la destrucción y los cadáveres, rescatistas encontraron a Omaira Sánchez, una pequeña de 13 años que durante tres días luchó por su vida. Sus piernas quedaron atrapadas por una pared. La niña murió y se convirtió en el símbolo de las víctimas de Armero.
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Del lodo, la Defensa Civil y voluntarios rescataron los sobrevivientes, entre los cuales había niños de brazos y pequeños que apenas podían decir su nombre.
Algunos fueron dados en adopción y otros quedaron perdidos. Justo para unir a las familias nació la fundación Armando Armero, una tarea que hoy necesita recursos.
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“Hay 137 casos emblemáticos, ¿qué significa esto? Casos en donde los familiares han identificado a sus hijos, a través de imágenes de televisión de la época, que salieron vivos de esta tragedia y otros casos en los que la fundación con investigación ha conseguido testimonios de que lo vio en un albergue, que lo vio en otra carpa, en una sede. Ya es hora que este gobierno solucione la angustia de tantos familiares de Armero”, opinó Francisco González, el director de la Fundación Armando Armero.
Francisco y varios artistas han donado sus trabajos para financiar esta obra. Hoy se necesita la participación del gobierno.
La peregrinación que cada año hacen centenares de personas para rezar sus muertos, este año fue disminuida por la pandemia.
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