Eran las nueve de la mañana cuando los mineros llegaron a una mina de Lenguazaque, población ubicada a unos 100 kilómetros al norte de Bogotá, a realizar su trabajo habitual: extraer carbón. Mientras ellos estaban al interior de la mina haciendo sus labores, un derrumbe taponó el punto de acceso principal, sin que ellos se dieran cuenta.
Solo se enteraron de lo ocurrido a la una de la tarde. A partir de ese momento pensaron lo peor; sin embargo, a esa misma hora se dio la alarma y empezaron a llegar los organismos de socorro y lo primero que hicieron fue indagar si los mineros estaban con vida.
A pesar de conocer el terreno, para Luis estar atrapado en la mina era como sentir la muerte cerca, pero los trabajos de rescate le devolvieron la ilusión que alcanzó a perder en el momento que conoció su situación.
“Estaba desesperado adentro… cuando nos echaron el aire, más tranquilo, sí”, expresó Luis Sánchez, minero rescatado.
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Fueron momentos de tensión durante los cuales la paciencia tenía que primar, los mineros se aferraron siempre al recuerdo de sus familias.
“Uno piensa en la familia, sumercé, uno piensa en la familia, sus hijos, todo”, comentó Emilio Triana, minero rescatado.
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Mientras ellos luchaban por su vida, afuera nadie escatimaba esfuerzos. Amigos y compañeros mineros trabajaban sin descanso y rescatarlos no fue un triunfo, fue un momento de gloria.
“Es un trabajo muy esforzoso, pero esto es lo que hace uno por los obreros compañeros de otras minas que están trabajando ahí”, exclamó Élver Moscoso, minero de la zona.
La palabra solidaridad es algo que este grupo de mineros tiene más que claro. A pesar de las bajas temperaturas no dudaron en quitarse su ruana para poder proteger a los mineros que salían de la mina.
Los nueve mineros, que habían sido trasladados al hospital de Ubaté, ya fueron dados de alta.