En el cerro Tibitó fue atrapado Tamá, el oso de anteojos que había huido del Parque Jaime Duque. Expertos idearon un plan para poder hallarlo y llevarlo de nuevo a su refugio.
Los biólogos identificaron cuál era su alimento favorito -frutos con miel-, que fueron ubicados en los lugares donde el mamífero había dejado huellas de su paso, en los que también dejaron cámaras trampa para que se activaran cuando el animal caminara por ahí.
“Contamos con ocho perros de rastreo que nos ayudaron a ubicar la zona donde estaba Tamá, a la vez apoyamos esta iniciativa con vuelos de drones, tanto en el día, como en la noche, para rastrearlo con infrarrojo”, detalló Mauricio Mancipe, jefe de comunicaciones de la Fundación Parque Jaime Duque.
Luego, el reto fue tratar de que el oso de anteojos de 6 años, 180 kilos de peso y 1,90 centímetros cayera en una de las cajas habilitadas para atraparlo, donde había “un cebo, él ingresa, coge el cebo, lo hala y automáticamente se cierra la puerta”, contó Mancipe.
Publicidad
¿Por qué era urgente atrapar a este oso de anteojos?
“Tamá tuvo la tragedia de que su mamá fue asesinada por unos cazadores en Santander. Este osezno fue entregado a la Corporación Autónoma Regional de Santander” y al ser mantenido en cautiverio no resistiría mucho tiempo viviendo en la fauna silvestre que rodea el municipio de Tocancipá, explicó Carlos Bello, director de evaluación, seguimiento y control ambiental de la CAR.
El caso de este mamífero deja en evidencia el desequilibrio ambiental que produce la caza de animales silvestres. Cifras no oficiales estiman que al año matan a ocho osos andinos en Colombia.
Publicidad
“Los animales tienen una constante confrontación con los seres humanos porque los seres humanos quieren aumentar la frontera agrícola, y hay otros cazadores que por vanidad están cazando los animales”, añadió Bello.