Los minutos cuentan como horas y los días, como semanas para los pequeños Ángel, Sofía, Emily y otros seis menores de edad provenientes de La Guajira, Medellín y los Santanderes que permanecen a la espera de recibir trasplante de corazón en la Fundación Cardiovascular de Colombia, ubicada en Bucaramanga.
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“Tenemos nueve pacientes hospitalizados por falla cardíaca terminal, estos pacientes van entre los 6 meses y los 10 años de edad”, dijo Claudia Flórez, cardióloga pediatra de la Fundación Cardiovascular de Colombia (FCV).
El diagnóstico para cada niño es diferente, pero coincide en que los nueve necesitan un nuevo corazón para seguir viviendo.
“El corazón de Emily no salió con los medicamentos, entonces ya nos llamaron y nos dijeron, al papá y a mí, que ya la niña necesita un trasplante. Ella es como una florecita que, si no se riega de agüita, queda toda apagada”, dijo Shirley Mora, madre de la pequeña.
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La cardióloga Flórez explicó que “la miocardiopatía dilatada es la enfermedad más frecuente por la que los niños hacen falla cardíaca, aparte de las enfermedades congénitas”.
La angustiosa espera, conectados a una máquina, se ha prolongado por varios meses. Esperan con ansias la llamada donde les digan que encontraron un corazón compatible.
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“Ella siempre ha logrado sostenerse contenta y todo, pero ella extraña mucho el poder jugar, compartir con sus amigos, montar cicla. Donar los órganos es algo fundamental”, afirmó Ana Lucía Valencia, madre de otra niña que requiere trasplante de corazón.
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Anahís López, madre de uno de los niños que necesita el trasplante, evidencia el drama que vive por la falta de un corazón para su hijo.
“De verdad, necesito que a mi niño le llegue el corazón para podernos ir a casa, porque no quiero que me pase lo mismo, ya tuve una pérdida hace seis años y yo quiero que ver crecer a mis hijos”, expresó.
Con la llegada de la pandemia, las donaciones de órganos disminuyeron en un 15% en Colombia, según el Instituto Nacional de Salud. A esto se suman las creencias y mitos que, de acuerdo con expertos, empeoran el panorama.
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“Cuando en nuestra cultura no se ha creado una conciencia en el zapato del otro, en tener una conciencia del dolor y del poder ayudar a los demás, no podemos generar esa solidaridad”, señaló Yerson Tabares, psicólogo clínico.
Donar órganos requiere que todas las personas hablen del tema con sus familias y manifiesten la voluntad para que, en un momento dado, puedan tomar esta decisión de manera más fácil.
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Entretanto, en la sala de pediatría de la Fundación Cardiovascular de Colombia, la esperanza sigue latiendo con fuerza.
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