En dos videos que circulan en redes sociales, clientes del lugar expusieron la situación y le reclamaron a su administradora.
El hecho ocurrió al mediodía del martes pasado, cuando el hombre, a quien identifican como don José, ingresó al restaurante Taquino y se dispuso a cantar, con su guitarra, con sombrero y ruana, una canción: 'Mamá vieja' de Los Visconti.
Un comensal, agradecido por la buena interpretación, le dijo al señor que se sentara a almorzar y que no se preocupara por la cuenta.
Pero, al parecer, una de las meseras se le acercó al señor y le dijo que él no podía comer dentro del restaurante. Así que le empacaría la comida para que la consumiera afuera:
El relato completo de lo que sucedió fue narrado por Valeria Lotero, quien grabó el video y lo publicó en sus redes sociales:
Hoy me tocó vivir un momento lamentable y repugnante en un restaurante en Manila - El Poblado. ¡No! no me salió un pelo ni una cucaracha en la comida; la verdad lo hubiera preferido.
Me senté a almorzar con un amigo, compañero de oficina en un establecimiento de menú ejecutivo cerca a nuestro trabajo, mientras comíamos llegó al lugar Don José un señor de edad, muy bien presentado con sombrero, pantalón, camisa de botones, guitarra y mochila; se dispuso a cantar con todo el sentimiento “Mamá vieja” de los Visconti y nos generó una inmensa ternura. Mi compañero se ofreció a invitarlo a almorzar y le dijo que se sentara y pidiera tranquilo.
Inmediatamente llegó la mesera y le dijo que ahí no se podía sentar que si le íbamos a pagar el pedido, él debería llevarse el almuerzo y comer afuera.
Pensábamos que era un mal proceder de la mesera y le pedimos llamar al administrador; llegó una señora (no sé si dueña) a ratificar lo anterior y comunicarnos que era una orden; Don José no era apto para comer en su restaurante, que por cierto estaba vacío.
No se le vio una pizca de pena discriminando al señor en su cara. Él un hombre decente, padre de tres hijos, bien vestido, valiéndose de una guitarra y sus canciones para vivir. ¿Qué daño le hace al mundo que se siente a almorzar? ¿Qué diferencia tiene él con el resto de comensales?
¿No se supone que personas como Don José son las que admiramos; un hombre trabajador, decente, artista, humilde, campesino; así como vestimos con orgullo a nuestros niños el día de la “antioqueñidad” evocando un hombre como él se disfrazan nuestros políticos para hacer campaña y lo tiene plasmado nuestra más grande marca de café, pero la doble moral hace que cuando lo tenemos en carne y hueso lo pisoteemos y humillemos.
¿Por qué será que creemos que valemos más o menos por cómo nos vestimos o por lo que ganamos?
Hablamos de igualdad, equidad y un montón de carreta pero en eventos cotidianos cómo sentarnos a la mesa nos creemos de otra categoría.
No me podía quedar callada, no me quiero quedar callada, me dolió muchísimo ver cómo estamos llenos de m**** por dentro. Si seguimos así esto nunca va a cambiar, si seguimos tolerando y justificando la discriminación, si seguimos dándole más valor a ciertos clientes y personas por su poder adquisitivo no valemos nada como seres humanos.
Lo único gratificante de este momento tan lamentable fue ver cómo muchos clientes no fueron indiferentes; apoyaron a Don José, pidieron sus cuentas y se retiraron de ese sitio.