Doña Andrea Ortiz nació en Jericó, Boyacá , hace 91 años y vivió allí hasta los 10 en compañía de su mamá, su papá y sus dos hermanos: uno de 15 años y la menor de 8, a quienes vagamente recuerda.
"Mi hermana es monita, blanca y mi hermano también. Él si es de cabello negro", dice.
Tiene muy presente que donde vivían, una pequeña finca ubicada en la vereda El chircal de Jericó, tenían varios animales.
"Como tenían ovejitas, las soltaban e iban a cuidarlas”, recuerda.
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A los pocos meses de cumplir 10 años la muerte de sus padres le dio a su vida un vuelco inesperado.
"Mi papá murió porque se enfermó y murió. A ella le echaron algo en un tinto y se enfermó”, asegura la mujer.
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Recuerda que ni siquiera había pasado el sepelio de sus padres, cuando ella y sus dos hermanos fueron separados por tres familias.
"Mi hermanita menor la cogió la madrina y a mi hermano, los padrinos. A mí me mandaron con un señor que dijo que me llevaba para Duitama”, indicó.
No recuerda cómo se despidió de sus hermanos, pero no olvida que quien se hizo cargo de ella la puso a trabajar en labores domésticas.
"Ayudarle a cocinar. A mí me llevaron a una finca que quedaba arriba y decían que esa carretera era para ir al Llano".
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La hija de la señora Andrea, Nhora, dice que no tiene rastro de otros familiares.
“No tengo familia por parte de mamá. No conocí nunca a mis primos o a mis tíos, ni mis abuelos. Hoy en día solo contamos con mi madre y mis dos hijos", explica la mujer.
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Su nieta pidió ayuda hace dos años a la alcaldía de Jericó.
"Me contacté con la alcaldía. Ellos me dijeron que no, que no había ninguna razón de ellos pero que se podía hacer por la parroquia, la curia de Jericó. Pero el año pasado, a raíz de la pandemia, pues no pudimos tampoco hacer mayor cosa”, dice Natalia Andrea Aldana, la nieta.
Carlos Ortiz Moreno, de estar vivo, tendría 96 años y la pequeña Eloísa, 89.
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