La decisión se tomó en medio del caso de Tony Finn y la empresa British Bung Company, lugar en la que trabajó durante 24 años.
Luego de haber sido despedido en mayo de 2021, el hombre demandó a la empresa de fabricación situada en West Yorkshire.
Entre uno de sus alegatos, según indicó The Guardian, Finn aseguró que allí había sido víctima de acoso sexual tras un incidente que tuvo con el supervisor de la fábrica, Jamie King.
El demandante dijo que King se refirió a él como un “imbécil calvo”. Ante el adjetivo, uno de los jueces debió analizar si el comentario que se refería a su calvicie era un insulto o acoso.
El juez del tribunal, Jonathan Brain, determinó que el lenguaje que usó King contra Finn “cruzó la línea al hacer comentarios personales al reclamante sobre su apariencia”.
A pesar de que les fue difícil concluir que las palabras de King tenían el propósito de violar la dignidad de Finn y crear un entorno intimidante, degradante u hostil, concluyeron que sí hubo una “conexión entre la palabra ‘calvo’ por un lado y la característica protegida del sexo por el otro”, pues King admitió que su intención fue amenazarlo.
Una de sus conclusiones fue que comentar sobre la calvicie de los hombres es equivalente a hablar sobre el tamaño de los senos de una mujer.
Los jueces determinaron que la conducta del supervisor de la fábrica fue una violación a la dignidad del demandante, lo cual desarrolló un entorno intimidatorio para él.
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