Pensativa por las preocupaciones de los adultos sobre el precio del dólar, el trabajo o el amor, Fiamma inventó una estrategia para que tengan otra cosa en mente.
Escribió en un cartel “Regalame una sonrisa” y ya sea desde la ventana de un carro o a pie, la pequeña espera en las calles de Buenos Aires por ese detalle que no tiene precio.
“Hay veces que la gente se queda mirando y pensando ‘qué pesada esta nena’, pero hay otras personas que simplemente me sonríen y yo les agradezco así”, dice al mostrar su pulgar hacia arriba.
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