Después de dos meses, un juez consideró que la detención era arbitraria, pues el ecuatoriano está en proceso para obtener la residencia.
Pablo Villavicencio salió de prisión de la mano de sus dos hijas a quienes no veía desde el primero de junio, cuando fue a entregar una orden a la base de Fort Hamilton, en Brooklyn.
Estaba de mala suerte, pues encontró un guardia al que no le bastó con ver su documento de identidad. El uniformado le exigió la tarjeta de seguridad social, pero el pizzero no la tenía, pues su situación migratoria aún no está resuelta.
Finalmente se hizo justicia y un juez federal de Manhattan lo dejó libre. También cuestionó el concepto de justicia y destacó que Pablo, aunque permaneció en ese país en forma ilegal, ha sido un ciudadano modelo, no tiene antecedentes penales, ha pagado sus impuestos y ha trabajado diligentemente para mantener a sus dos hijas que, por cierto, son ciudadanas de Estados Unidos.
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