¿Qué aprendizajes le deja la pandemia al mundo?
Cada país se la jugó a su manera para enfrentar el virus del COVID-19, unos más acertados que otros. Recogimos voces autorizadas en España, Estados Unidos, Brasil y México.
El coronavirus COVID-19 puso a prueba el liderazgo mundial.
“Todo este tiempo hemos actuado con apertura, transparencia y responsabilidad”: Xi Jinping, presidente de China.
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“Esta es una situación especial. Haremos lo que sea necesario”: Angela Merkel, canciller de Alemania.
“Tomaremos los pasos necesarios y razonables para prepararnos para este brote”: Boris Johnson, primer ministro británico.
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Todos, ante el mismo desafío, obligados a enfrentarlo, cada uno, con su propio talante, sus convicciones y sus prejuicios.
“Lo del coronavirus, eso de que no puede uno abrazarse. Hay que abrazarse, no pasa nada”: Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.
“No sentiría nada o sería, como mucho, una gripecita o un resfriadito”: Jair Bolsonaro, presidente de Brasil.
“Yo veo los desinfectantes, actúan en un minuto. ¿Tal vez haya forma de hacer algo como eso en el cuerpo?”: Donald Trump, presidente de EE. UU.
Casi un año después, las vidas perdidas son el incontrovertible balance.
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Ciudadanías piden hoy más acción y menos discursos
Estados Unidos, Brasil, India, México y Reino Unido son los cinco países que han puesto la mayor cuota de víctimas.
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El COVID-19 transita invisible, a sus anchas, por las calles de Sao Paulo, corazón industrial y financiero de Brasil, el país más azotado de nuestra región, con 180.000 muertes y más de 6 millones de contagios.
Se anida, se expande. Se ensaña con los habitantes de la gran mole de cemento y sus alrededores, que cuatriplican en contagios al siguiente estado más afectado.
“Todos vamos a morir algún día. No tiene sentido huir de eso, huir de la realidad. Tenemos que dejar de ser un país de maricas": Jair Bolsonaro.
Así piensa el hombre que gobierna, pero en los hospitales, donde una muerte no es un número más en el reporte, sino una batalla perdida con sangre, sudor y lágrimas, tienen otra noción de valentía.
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Además de combatir en el primer frente, médicos son voluntarios en las pruebas de una de las vacunas.
“Porque tenemos un gran número de personas enfermas, una población heterogénea en términos de rango de edad y diversidad, y varios estados afectados por la enfermedad en diferentes momentos", explica el infectólogo Francisco Bonasser.
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Una diversidad y una magnitud que son condena y salvación, al mismo tiempo. Así lo considera Sylvia Colombo, corresponsal para América Latina del diario Folha de Sao Paulo.
“Brasil es un país con una escala geográfica continental, es un país muy grande, muy diverso, muy desigual y también somos un país federal, federativo, como dice el propio nombre del país. La Corte Suprema de Brasil entregó la autonomía de lidiar con la pandemia a los gobernadores, autoridades regionales, y con eso algunas provincias o departamentos tuvieron unas reformas distintas de las otras”, explica la periodista.
Así que cada región tiene una realidad distinta.
Conocimos la tormenta en Manaos, Amazonas, por falta de recursos. Ahí, como en buena parte del país, después de un periodo de descenso las cifras vuelven a crecer.
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¿Está pasando factura la reapertura precipitada? Muchos se preguntan si está llegando la segunda ola, sin haber salido aún de la primera.
“La presión por la flexibilización fue muy alta y ahora tenemos algo que, no sé. Yo creo que hubo una falla de la sociedad en no mesurar un poco. No vamos a hacer una cuarentena total pero tampoco vamos al desmadre total”, dice Colombo.
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¿Con un manejo distinto, quizá se hubiera podido evitar muchas muertes?
“Seguramente. Bueno, Brasil tiene un presidente que es un negacionista. Entonces aunque mucha gente haya confrontado o abandonado su apoyo hacia él por el manejo de la pandemia, mucha gente todavía lo sigue y cree que el virus o es una mentira o es no es tan grave como dice la prensa”.
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Al otro lado del Atlántico, España sufrió en la primavera los peores rigores de la primera oleada y ahora, como casi todas las naciones europeas, enfrenta las consecuencias de un verano sin control, como lo explica el periodista y escritor Alex Grijelmo, director de la Escuela de Periodismo y columnista del diario El País.
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“Nos hemos equivocado, o quienes nos gobiernan, en dos ocasiones. En la primera, por improvisación, y eso es disculpable porque nos tomó a todos por sorpresa. Y en esta por negligencia, pues no se han tomado todas las medidas necesarias y se ha protegido más la economía que la salud”, señala Grijelmo.
Pese a ello, la economía está en crisis y la pobreza se enquista en España.
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Se siente todos los días en un banco de alimentos de Málaga, donde se duplicaron las personas que piden asistencia.
“Mucha gente viene pidiendo comida. Que tiene niños chicos, que se han quedado sin trabajo, los padres vienen llorando, las madres también y a mí me da pena. Me saca hasta las lágrimas”, explica Remedios Camacho, de la Asociación de Corazones Solidarios de Málaga.
A inicios del 2020, ya el 25% de la población, unos doce millones de personas, estaban en riesgo de pobreza o exclusión social. La pandemia lo agravó.
“Toda crisis económica, todo aumento de la pobreza, termina siendo malo para la democracia”, se lamenta Grijelmo.
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¿Es optimista sobre lo que nos espera para el próximo año?
“En la política no hay nada que conduzca al optimismo. Aunque si lo haya en la ciencia. Los políticos pueden estropear los avances de la ciencia con una mala organización y gestión en la administración de las vacunas, como ha sido mala la administración de los consejos científicos”, señala Grijelbo.
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El resultado: cerca de 1.650.000 contagiados, el sexto lugar en el ranking de países con más casos y cerca de 50.000 vidas perdidas.
México llora el doble. Más allá del triste umbral de los 100.000 muertos, su fortaleza histórica ha sido puesta a prueba. Pero su fe está intacta.
Los peregrinos llegan en masa a poner sus miedos y sus tristezas en manos de la Virgen de Guadalupe. Como un hombre, que viajó 600 kilómetros desde Zacatecas. Se encontró con la noticia de que el 12 de diciembre no habrá fiesta a la patrona de América.
La pandemia, que todo lo cambió, también impuso la virtualidad en la que suele ser una fiesta multitudinaria.
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Y es que México ha pasado por todas las etapas. Del escepticismo inicial del presidente Andrés Manuel López Obrador, a las medidas severas. Y como lo explica el periodista Javier Alatorre, el camino no está claro.
“Y vamos a poner sobre la mesa si esas acciones, si esos llamados y si la estrategia sanitaria pudo haber sido de otra manera. Pero hoy, como dice el presidente, seguimos tratando de domar la pandemia y no lo hemos logrado”, señala Alatorre.
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Al gobierno de AMLO la pandemia lo sorprendió en plena purga del sistema de salud, evaluando como fortalecer la infraestructura y, sobre todo, tratando de frenar la corrupción.
“Y entonces te encuentras con que no tenían los elementos necesarios o suficientes, es doloroso pero una reflexión enorme sobre lo que tenemos y lo que hay que ajustar. Una reflexión muy dura sobre cómo se había construido un sistema público de salud y una lección muy dura de que llevar estos temas tan sensibles a la arena electoral no nos lleva a buen puerto”, agrega el periodista.
Pero nada se compara con el drama de Estados Unidos.
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Casi 14 millones de contagios, y una abrumadora velocidad de propagación que la fiesta de Acción de Gracias aceleró. Este año hubo muchas ausencias y tristezas qué compartir en la mesa de la cena, pero también mucho por agradecer: la vida y la salud.
El COVID-19 ha segado 270.000 vidas y parece cebado con esta nación, en la que muchos se rehúsan a acatar las reglas. Una paradoja sobre la cual reflexiona el periodista Ricardo Brown.
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“Es un dilema en los sistemas democráticos: dónde comienza y termina el derecho colectivo y dónde empieza y termina el derecho individual. Hay gente que piensa que el gobierno no tiene derecho a pedir u obligarlos a que usen una mascarilla. Y lo toman como un desafío”, indica Brown.
Reviva el capítulo completo de El Proyecto es Colombia: el mundo
Y aquí, una vez más, el efecto del liderazgo.
“La posición que ha asumido el presidente públicamente ha tenido un impacto en esa gente que lo sigue”, cuestiona el periodista del Canal 8 de Miami.
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La tormenta está creada y el desplome de la economía ya le pasó a Donald Trump su propia factura.
Sin opción de controlar la propagación y menos aún el comportamiento humano, las esperanzas están puestas en el inicio de la vacunación y en un drástico timonazo.
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“Lo más difícil será la lucha que nos queda por delante, más difícil será la pospandemia”, concluye el reportero Brown.
Con un atenuante. Es el planeta en pleno el que tiene que levantarse, reinventarse y aprender de sus errores.