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La democracia y las libertades, ¿también afectadas por la pandemia?

En tiempos de excepción, los derechos se convirtieron en órdenes y a la desobediencia se le aplicó el Código Penal. En algunos países el consenso dio paso a la imposición y la dictadura. ¿Se abre paso una covid-democracia?

En tiempos de excepción, los derechos se convirtieron en órdenes y a la desobediencia se le aplicó el Código Penal. En algunos países el consenso dio paso a la imposición y la dictadura.

¿Se abre paso una COVID-democracia?

Las secuelas del virus no permanecerán solo en los seres humanos. La democracia tendrá rastros de la pandemia.

Nuestro sistema de organización social, la toma de decisiones de los gobernantes, el ejercicio de nuestros derechos. Los asuntos que ahora priorizamos…

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¿Habrá un nuevo modelo para el poder?

Norma Morandini es periodista, escritora y pensadora latinoamericana. Vivió la dictadura argentina. Sabe cómo es vivir con miedo, sin libertades, perder familiares, huir de su país. La encontramos en Madrid donde ha vivido 9 meses en lo que para ella ha sido como una nueva dictadura, la del COVID.

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¿Por qué las dictaduras lo primero que hacen es imponer el terror?

“Para manejar las sociedades, que queden enchalecadas, que no se muevan porque tienen miedo. Este es otro miedo, pero estamos empezando a internalizar el miedo y lo peor es el miedo al otro, es esa confianza que es exactamente lo que trae la libertad y lo que trae la democracia.

Lo que deja es que 'decir lo que se piensa se convierte en un acto de coraje y no en un acto de honestidad'; y hoy tenemos el agregado de las redes donde muchas de las personas empiezan a inhibir lo que piensan porque hay algunos que gritan más fuerte y la sociedad está susurrando, porque cuando se tiene miedo se susurra, se habla en las cuatro paredes en las que nos han confinado”, dice Morandini.

Confinados los ciudadanos, asustados por la muerte. En los palacios de gobierno comenzaron a firmarse decretos sin parar, todos los líderes en el mundo adoptaron medidas inéditas y entonces se disparó una alarma adicional al contagio.

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“Uno de los temas que se ha puesto sobre la mesa en todas las discusiones es el tema de la ‘COVID-democracia’. Obviamente es mucho más fácil gobernar a través de mandatos autoritarios que a través de consensos democráticos ciudadanos. ¿Qué fue lo que nos trajo toda la primera etapa de la pandemia? El ADN autoritario parece que se despertó. ¿Cuál es la respuesta de la ciudadanía cuando empieza a entender realmente cuáles son las medidas, cuál es la profundidad de la crisis, cuál es la restricción de los derechos?”, dice Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral.

¿COVID-democracia? ¿Acaso puede una pandemia dejar huella en un sistema de Gobierno?

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“La concentración de poder en el Ejecutivo, toma de decisiones del Ejecutivo a partir de estados de excepción, poca capacidad de los Congresos o de los Legislativos de poder reaccionar a tiempo porque son cuerpos colegiados que necesitan mayor discusión y se han quedado cortos en la capacidad de discusión y unas Cortes que han tenido, si tienen la credibilidad, que entrar a reequilibrar en el camino es lo que está pasando”, agrega Barrios.

El negacionismo de Trump en Estados Unidos, las iglesias de Bolsonaro, las erráticas salidas de Boris Johnson, las incógnitas arrogantes de China, las incongruencias en Argentina y México, la ingobernabilidad de España, el sorpresivo y ahora permanente programa de televisión de Iván Duque.

¿Por qué camino irán estos nuevos líderes después de la pandemia, por el miedo o por la confianza?

“Me parece que los dirigentes políticos han sido atropellados como hemos sido atropellados todos, y me parece que las respuestas que están dando desdicen la gravedad que nos
enuncian. Yo creo que en esta tensión entre una ciudadanía que va a tener que aprender a reclamar los derechos que está entregando voluntariamente porque tiene miedo y los gobernantes están siendo puestos a prueba porque así han gobernado la pandemia, no se puede seguir gobernando”, señala Morandini.

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Las circunstancias llevaron a una ruptura de la esencia de la democracia. Los derechos se convirtieron en órdenes y a la desobediencia se le aplicó el Código Penal.

Alejandra Barrios opina: “Aquí hay algo fundamental y es que las democracias son las que tienen que soportar las mayores crisis. La democracia no es para los momentos normales. A mayor crisis, a mayor necesidad que hay, mayores escenarios de diálogo tiene que haber porque la decisión de salir juntos de un escenario crítico es de los ciudadanos. Las medidas autoritarias lo único que nos llevan es a cerrar las posibilidades de diálogo y obviamente a la imposibilidad de salir de estas crisis, y sobre todo en Colombia”.

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Sobre el tema también deja su punto de vista María Margarita Zuleta, directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes: “Yo no creo que haya una situación más grave de la que ha habido en los últimos años en materia de liderazgo y de conexión entre los gobernantes y la ciudadanía. Yo creo que lo que ocurre es algo distinto, no creo que el COVID haya hecho una ruptura en la conexión, creo que la ruptura viene de más atrás, viene de unos años anteriores, lo que sí es cierto es que las decisiones de los líderes han afectado las libertades individuales.

Esas libertades y derechos eran el reclamo de los ciudadanos en las calles justo antes del virus. El ansia de participación abrió un camino que se estrelló con el encierro, pero las demandas no se esfumaron. Y es ahora cuando tramitarlas es una oportunidad para solventar la crisis.

“Creo que todos los ciudadanos del mundo en este momento tenemos unas preocupaciones que son similares, que son más o menos las mismas. Sin embargo, los mecanismos que tenemos de comunicación con nuestras autoridades o con los liderazgos políticos en general están un poco agotados”, añade Zuleta.

Por su parte, Magali Cáceres, secretaria ejecutiva de la Juventud en Paraguay, cree: “Realmente el empoderar a la ciudadanía con temas que dejan de ser agenda de Gobierno para ser agenda país y algo que también cruza las fronteras. Hoy día, yo no sé, no conozco un país donde la gente esté contenta con su gobierno”.

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Hacer política, aspirar a cargos públicos, abogar por la participación, trabajar por adquirir derechos en Colombia, a diferencia de otros países del mundo, tiene otro riesgo y no es el COVID, son las balas.

Construir democracia es una labor que nunca acaba y puestos de frente a los problemas ahora el desafío es sobrepasarlos y mejorar nuestra convivencia.

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“Estamos todos puestos a prueba, estamos todos en el desafío de volvernos a pensar, de ser creativos. Yo tengo siempre fe en lo humano. Me he pasado mi vida periodística trabajando en lo que yo llamo ‘junto a heridos’, que son los sobrevivientes y siempre me conmueve cómo a pesar de todo se canta, se baila, se ama y la vida se impone. Por eso a lo que le tengo temor es al temor”, finaliza Morandini.