Estadios, coliseos, pistas, complejos deportivos, parques vacíos. La pandemia cerró las puertas a las emociones, al esfuerzo individual y colectivo y en especial al grito de aliento de los aficionados, el alimento que nutre al atleta.
¿Qué representa no tener ese apoyo del aficionado en la tribuna?
“Cuando te animan, tú miras que te gritan ¡Colombia! Entonces sí es una parte que te motiva bastante. No hay cosa más bonita que estar compitiendo y ver a tu público ahí apoyando y gritando, ‘vamos, vamos, Colombia’”, dice un atleta.
Hacer deporte, un acto natural para millones de colombianos de un día para otro fue prohibido.
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El COVID-19 les ganó el partido a todos . Incluso a los atletas élite de nuestro país, quienes con años de preparación vieron como Tokio cerraba sus puertas a los Olímpicos del 2020. Un golpe que noqueó a casi 100 deportistas colombianos que anhelaban llegar a Japón para disputar una medalla.
La crisis sacó a relucir la creatividad
“Nos dio duro, estábamos a tan solo dos días de ir al clasificatorio. La verdad después de nosotros haber entrenado bastante, porque nos preparamos bastante fuerte, que te digan que nos vas a ir, eso nos afectó bastante, porque de igual manera nosotros invertimos tiempo, preparación”, dice el boxeador Yuberjén Martínez.
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Eso en la ruta olímpica, un ciclo que arropa a más de 500 deportistas en Colombia, según cifras del Comité Olímpico Colombiano.
Pero en la base, en el semillero, también el impacto fue contundente. Estrellas futuras como Sofía Pinzón, una bogotana de 12 años de edad, apasionada por el tenis de mesa, vio como una pandemia le cortó las alas a sus sueños.
“Mi sueño es llegar a los Olímpicos, representar al país. Y virtual no es lo mismo. No es lo mismo en una cámara a tocar la mesa”, dice la joven deportista.
El coronavirus congeló sueños y también emprendimientos alrededor del deporte, que en más de 7 meses de confinamientos y restricciones han desaparecido o, en el mejor de los casos, se encuentran con respirador artificial.
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Jairo Andrés Ávila es el director del club deportivo Eslavigol, una escuela creada para formar jóvenes futbolistas en el occidente de Bogotá.
“Estábamos arrancando año, en donde las diferentes categorías que teníamos nosotros las llevábamos a cumplir partidos amistosos, de pretemporada. Estábamos alistando esas categorías para cumplir un fin y era llevarlos a la liga de fútbol de Bogotá y otros torneos representativos”, dice.
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Pero un día llegó un virus y lo cambió todo.
Vea completa la undécima entrega de El proyecto es Colombia:
“Realmente fue una situación difícil, de hacer una pausa, de decirle a los padres de familia y a los niños que no vamos a volver a entrenar hasta que den la autorización. Pensábamos que era unos meses, unas semanas, llevamos seis meses y tenemos la incertidumbre si vamos a volver o no”, agrega el emprendedor.
Jairo Andrés vio como el sueño de formar nuevos futbolistas se convirtió, de la noche a la mañana, en una pesadilla. De ser entrenador de fútbol en sólo semanas pasó a ser conductor, en un empleo en el que arriesga ahora su vida.
Como Jairo Andrés son cientos los casos de colombianos que vivían gracias al deporte y que hoy hacen parte del 16,8 por ciento de desempleados en Colombia o del grupo de los que se han reinventado para subsistir en medio de la crisis.
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Mariana Pajón, doble medallista olímpica, recién regresó de Europa al país y se sigue preparando para competir, pero considera que el daño hecho a las futuras generaciones de campeones es en cierta medida irreparable.
“Siento que no debemos dejar de apoyar el alto rendimiento, los Juegos Olímpicos y todo este ciclo olímpico, tenemos que pensar en ellos incluso en este momento donde se sienten más abandonados”, explica la campeona.
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Los calendarios de los grandes eventos deportivos en el mundo se hicieron pedazos. La fórmula uno debió cancelar carreras acosada por el acecho del virus, el tenis vio como Wimbledon -el símbolo de mayor tradición en este deporte- también anunciaba al mundo su cancelación, el fútbol se paralizó en todo el planeta y el ciclismo, que también padeció por los efectos de una enfermedad que arrinconó a todos, finalmente pudo -en medio de la pandemia- realizar sus carreras más importantes.
Así lo ve el ciclista Sergio Luis Henao : “Tenemos que adaptarnos todavía a esta nueva vida, a competir así. Pero, bueno, yo creo que salvó mucho la economía de los equipos, salvamos los contratos de tanta gente que vive del ciclismo”.
La propagación de la epidemia tocó al deporte. Lo tiene limitado, aun los rebrotes y las burbujas fallidas hacen sufrir a cientos los efectos del coronavirus. Una batalla a la que no se le ve cercano su fin y una disputa que esperan ganar los deportistas para que se dejen de ver escenarios vacíos.