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Invertir en ciencia, la deuda que el Gobierno tiene con el desarrollo del país

Algunos expertos no entienden cómo Colombia ingresó a la OCDE cuando lo que el Estado destina para investigación es solo el 0,2% del PIB. Pese al rezago científico, hay proyectos nacionales que se destacan y más aún en pandemia.

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Enrique Forero, presidente de la Academia de Ciencias Exactas, dice que la falta de apoyo del Estado es uno de los problemas que padecen los investigadores que aspiran a hacer ciencia en Colombia.

“Se sabe, y eso es información que mucha gente tiene, que los países de la OCDE invierten en promedio el 2,4% del Producto Interno Bruto en investigación y desarrollo. Colombia está invirtiendo el 0,2% del PIB en investigación y desarrollo”, sostiene el experto.

Y es que la OCDE es un exclusivo grupo de países con buenas prácticas de gobierno del que hace parte Colombia, algo que el profesor Forero no entiende cómo logró con esas cifras.

Según él, el Gobierno dice “que están invirtiendo 0,67% en ciencia y tecnología, pero en realidad la cifra que ellos dan es de actividades de ciencia y tecnología que no son de investigación y desarrollo; dentro de ese 0,66% está el 0,2% que realmente se va para investigación y desarrollo”.

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La falta de apoyo económico queda en evidencia con el cierre de dos centros, afirma el científico y exrector de la Universidad Nacional Moisés Wasserman.

“Uno lo cerramos en 1990, fue el Instituto de Investigaciones Tecnológicas, imagínese en el mundo actual y nosotros cerramos el Instituto de Investigaciones Tecnológicas que era un instituto al servicio de empresas y apoyo a innovaciones. Y el otro lo cerramos como cinco años después, era el Instituto Nacional de Energía Atómica y Energías Alternativas. Imagínese cuando hoy uno de los problemas de la humanidad es desarrollar energías alternativas y nosotros lo cerramos hace 25 años”, lamenta.

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Investigaciones que se destacan, sin y con apoyo económico

Los rayos, la forma como se producen, su potencia y cómo prevenirlos siempre fueron interrogantes que rondaron la mente del profesor Horacio Torres, que desde la Universidad Nacional lideró un equipo de investigadores dedicados a estudiar este fenómeno natural.

“Teníamos que hacer explicaciones físicas, debíamos hacer unas mediciones, que eso podía llevarse a un modelo matemático y ese modelo matemático había que probarlo en el laboratorio, o sea, se dieron las primeras etapas de lo que es la investigación básica del fenómeno”, dice sobre el comienzo de su trabajo, en el que estuvo al frente por más de 40 años para que finalmente pudiera conocer la luz del día.

Fue así como diseñó un aparato que podía predecir cuándo iba a caer un rayo, pero se quedó esperando la ayuda para sacar adelante la iniciativa.

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“Desafortunadamente en Colombia muy, muy poco tenemos de gestión tecnológica porque generalmente esa unión empresa-universidad o investigación es muy incipiente porque el industrial lo ve como rápido, para producirlo mañana, y eso necesita todavía una etapa de madurez”, reconoce.

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En la otra cara de la moneda está el laboratorio de Ingeniería Mecánica de la Universidad de La Sabana, donde se fabrica el primer ventilador que soporta a los pacientes infectados por COVID-19 .

“Dada la magnitud de la pandemia, de la problemática mundial, pues fue muy importante para nosotros, como para otras universidades de Colombia desarrollarlo, señala el ingeniero Julián Echeverry, líder del equipo de investigadores de la institución

Y en su afán para enfrentar la crisis sanitaria mundial se logró diseñar un dispositivo esencial para salvar vidas , aunque llegar al producto final no fue fácil y se requirió de un grupo de especialistas y de la industria para llevarlo a cabo.

La empresa privada se sumó de inmediato y Challenger, que gerencia Juan Carlos Bazzani, aportó su experiencia en montaje y fabricación de equipos electrónicos a la causa de los investigadores.

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“Nos permitió desarrollar en cuatro meses algo que en el mercado tradicional se demora varios años”, sostiene el empresario.

El Estado aquí hizo presencia poniendo a su disposición las instalaciones de Indumil, que por esos días dejó de fabricar armas para sumarse al propósito de salvar vidas.

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“Todo el país en diferentes zonas se ha volcado para atender esta pandemia y contribuir, yo creo que eso es una causa que todos debemos reconocer y no para aplaudir, sino para reconocer que también podemos hacer ingeniería de la mejor aquí en Colombia”, afirma el ingeniero Echeverry sobre este proyecto.

La ciencia es un buen negocio, pero a largo plazo

El profesor Moisés Wasserman cree que la pandemia es la coyuntura perfecta para entender “que para salir de ella dependemos de la ciencia, creo que para todo el mundo es claro, incluso para recuperar muchos de los puestos de trabajo y para recuperar mucho de la economía que perdimos. Es bastante evidente que debemos desarrollar empresas diferentes, industrias con mucho más contenido y conocimiento”.

Aunque los expertos celebran que por lo menos exista un Ministerio de la Ciencia, con el presupuesto asignado es muy poco lo que se puede hacer.

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Ángela Posada cree que la pandemia "fue un sacudón". Esto dijo:

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Tal es el caso de la Misión de Sabios, una selección de las mejores mentes de Colombia reunidas para planear lo que podría ser el despegue de nuestro país en materia de investigaciones científicas.

“Es de largo término, no se trata de un plan de gobierno, de un plan de desarrollo de los usuales, sino que realmente es una hoja ruta de largo término para generar una política de Estado, mucho más que una política de gobierno”, sostiene Wasserman.

Pero hasta el momento nadie sabe cómo va a despegar con tan escasos recursos.

“Y lo peor es que todas las recomendaciones de la Misión de Sabios con un presupuesto como ese se quedan sin piso. Se suponía que la misión iba a ser la hoja de ruta para el Ministerio de Ciencia y Tecnología y no lo está siendo”, advierte Enrique Forero.

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¿Y por qué es tan difícil convencer a los gobernantes y la empresa privada de que la ciencia es un buen negocio?

Para Wasserman, “los políticos están acostumbrados a que no se financia lo que no se inaugura durante su término y la ciencia no funciona así, no puede funcionar así, yo creo que el corto plazo es el principal problema que tenemos”.

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Para Horacio Torres los científicos deben asesorar a los gobernantes para ayudarlos en la toma de decisiones, pero siente que son ignorados.

“No entiendo por qué son reacios; no nos interesa meternos en política, no somos políticos, tenemos el conocimiento para asesorarlos, nada más”, afirma.

Algo en lo que coincide Forero, al afirmar que “parece que nuestros gobernantes no escucharan o no entendieran cuáles son las prioridades que tiene el resto del mundo y nosotros vamos totalmente en contravía, no escuchamos a nuestros científicos”.

La bióloga venezolana Irene Bosch , que trabaja con la Universidad de Boston, reconoce la importancia de la inversión que hace Estados Unidos en las investigaciones, algo totalmente inverso a lo que pasa en Latinoamérica, donde prácticamente se trabaja con las uñas.

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“El investigador que está en las universidades nacionales tiene el problema de que no le llega suficiente capital para su trabajo científico; hay que buscar que le llegue el dinero, descentralizar el dinero y que llegue a ellos es una de las cosas más importantes que hay que hacer, así lo veo yo”, afirma.

Cristian Samper cree que la ciencia es el camino. Esto opina el científico:

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    Entrega 5: Ciencia, en El Proyecto es Colombia

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