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Depresión y ansiedad, enemigos invisibles que aumentaron durante la pandemia

Las dificultades económicas y laborales, el temor a la muerte, y la incertidumbre han hecho que las consultas de psicología y psiquiatría hayan aumentado. Así han enfrentado los trabajadores de la salud este fenómeno, que también los ha afectado a ellos mismos.

En Bogotá, unos pequeños carros que poco tienen la apariencia de una tradicional ambulancia se convierten en una. Sin sirena, pero con mucha prisa, recorren la ciudad para atender una emergencia más difícil de detectar y de tratar que las de los dolores del cuerpo.

Atienden la salud mental.

“Cuando a ti alguien te dice que tú no puedes salir, tú no puedes esto, no puedes aquello…, eso se vuelve un círculo vicioso que te lleva…no sé…es hasta penoso decirlo, pero te lleva hasta días enteros de ni siquiera levantarte y bañarte”, revela Luz Eusse, paciente de la clínica Monserrat.

Luz, o Luppy como la llaman sus allegados, sufre desde hace año y medio de un trastorno mixto de ansiedad y depresión con bipolaridad. La enfermedad la ha llevado a estar 5 veces internada en la clínica por largos periodos. El último, durante el encierro de la cuarentena, duró 29 infinitos días.

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“Estar tan encerrada, tan sin poder hacer nada, entonces empiezas a tener mucha ansiedad, empiezas a no dormir. El no dormir te trae alucinaciones y las alucinaciones te traen más ansiedad, entonces viene más depresión”, agrega Luppy.

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Durante la pandemia en la clínica Montserrat, una de las más importantes en enfermedades de salud mental del país, las citas por causa de encierro, ansiedad y depresión aumentaron considerablemente. A la fecha, por ejemplo, de los 65 internos, el 40% lo están en situaciones derivadas del confinamiento.

“Las preocupaciones laborales, las preocupaciones económicas, gente que perdió su trabajo, gente que tuvo que cerrar su negocio, todo eso empezó a notarse en la consulta prioritaria, que es la consulta de urgencias de nosotros. En esos meses de cuarentena, por ejemplo, la estadística es que el 63% de los que consultaron tenían temas relacionados o ansiedades relacionadas con la pandemia”, explica el doctor Omar Cuellar Alvarado, director general de la Clínica Monserrat.

Por todos estos motivos, la línea 106, especializada en brindar apoyo de salud a la comunidad, derivada de la línea 123, debió implementar una nueva modalidad: equipos de atención mental y apoyo psicológico.

“La línea se ha saturado de llamadas. Nosotros pasamos de 160 personas que teníamos a 530 atendiendo la línea 123. Ha habido meses en las cuales hemos recibido 4.800 llamadas promedio día, cuando normalmente nuestro promedio de llamadas eran 1.800 llamadas por día”, revela el doctor Andrés Álvarez, director de la línea 106.

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Para la psiquiatra Yahira Guzmán, experta en salud mental, los seres humanos necesitan de resiliencia, es decir, haber pasado por momentos duros en la vida y haberlos superado para poder enfrentar mejor el encierro.

“Entonces en ese momento cada uno saca sus capacidades, por un tiempo va a estar triste, como angustiado, deja de dormir, lo que sea y luego se adapta. Entonces eso implica que cada vez tengas que ir buscando nuevas estrategias, nuevas cosas”, señala la doctora.

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Pero es que después de un tiempo prolongado de encierro, las personas con tendencia a padecer desórdenes mentales empezaron a perder la capacidad de sentir placer por cocinar, por trabajar, por comerse un chocolate e incluso por ver una serie.

La situación durante este tiempo de incertidumbre sin duda fue más aguda para el personal de la salud que tuvo que hacerle frente al enemigo invisible sin saber realmente a qué se enfrentaban.

Así lo revela el doctor Sebastián Mosquera, ortopedista pediátrico: “Yo tuve compañeros con los que estuve compartiendo con COVID y hay gente que estuvo muy mal. Hay unos compañeros que murieron lastimosamente, como médicos de urgencias, amigos y conocidos. Uno se pregunta, ¿qué va a pasar conmigo?”

“El personal de salud que ya lo vivió llega con miedo porque se sabe que posiblemente las defensas que tengan no sean para siempre y puedan volverse a contagiar y tienen que volver a vivir todo lo que vivieron”, agrega el doctor Mosquera.

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Sofía y Lucía son dos hermanas que aprendieron a valorarse la una y la otra, a disfrutarse hasta las peleas; el piano, la pintura y la cocina hicieron de sus meses de encierro, que aún continúan, algo mucho más ameno.

“Cuando estoy aburrida y no tengo nada más qué hacer pues digo ‘ok tengo mi piano justo al lado por qué no practico’. Y cuando uno comienza a practicar y uno practica y practica y practica y cuando uno se da cuenta ya le han pasado horas”, dice Lucía.

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Y así mientras la una canta la otra toca el piano, la vida se va volviendo más resiliente y más esperanzadora.

“Hay que valorar todo lo que vaya a pasar y todo lo que tengamos, porque todo esto algún día se va a acabar”, piensa Sofía.

“Busquemos la solidaridad, de aquí puede salir algo diferentísimo”, piensa por su parte Juanita Alarcón, psiquiatra infantil.

Que deje de ser tabú y que busquen ayuda, eso es lo que pide Luppy.

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Hay que desaferrarse a todo lo que no se puede controlar y aferrarse a lo que sí se puede controlar: la familia, los amigos, la vida.

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