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Jon Lee Anderson

Periodista estadounidense, experto en temas latinoamericanos. Autor de libros como 'Che Guevara: una vida revolucionaria' y 'La caída de Bagdad'. Ha escrito el perfil de personalidades como Gabriel García Márquez, Augusto Pinochet y Hugo Chávez. Ganó en 2013 el Premio María Moors Cabot.

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Esta pandemia está dejando muchas lecciones y todavía no sabemos si estamos cerca del fin, si estamos tan solo en la mitad, pero sin duda ha desnudado muchos discursos políticos y ha puesto a los líderes en un dilema básico pero muy complejo: el de la vida humana, el de la salud de los ciudadanos y el de la economía, que no es tan fácil de conciliar. ¿Cómo piensa que lo está haciendo el mundo?

“Vaya, muy desigualmente; es decir, hay de todo en este mundo, desde las reacciones y el comportamiento de gente como Trump y Bolsonaro, cuya falta de regular, de establecer una postura nacional frente a las pandemias en sus países respectivos ha resultado en muertes sin paralelos en el mundo. Hasta en Suiza hoy leí que todas las camas hospitalarias en cuidados intensivos están repletas y en Suecia, que había optado por un patrón de comportamiento distinto, hoy en día está como desbordándose.

Esto es algo en serio, pero donde los líderes, los mandatarios, los gobiernos lo han tratado políticamente, queriendo jugar políticamente con la pandemia, hemos visto resultados nefastos. Eso queda claro”.

Hablemos de Estados Unidos que es su país y es un caso realmente de estudio. Eso que usted menciona de las mascarillas, ¿cómo es posible que un aspecto de salud pública se haya convertido en un tema de división política, en un mensaje político el hecho de usar o no tapabocas?

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La respuesta tiene un nombre: Donald Trump. El presidente de este país nunca trató la pandemia con la seriedad requerida, necesaria. Mandó muchos mensajes mixtos. Él mismo solo se ha visto con mascarilla creo que en dos ocasiones, él mismo se ha jactado de que no le gustaba como lucía, de que no era necesario.

Entonces, es el liderazgo. Al fin de cuentas, mira en todos los países la gente en su vasta mayoría quiere creer en sus gobernantes y los siguen. Y donde no ofrecen ejemplo y ofrecen a cambio una especie de comportamiento contestatario, resistente, revoltoso, por decirlo así, le siguen los pasos”.

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¿Cómo ven esa batalla y el reto pospandemia analistas de cuatro de los países más afectados por el virus?

¿Y es ese 'populismo trumpiano’ entonces la misma causa de que un país como Estados Unidos, con todo el acceso a la tecnología, con un sistema hospitalario robusto, con una comunidad científica y educativa tan importante, esté en el peor lugar del escalafón de la pandemia, con el mayor número de contagios, el mayor número de muertos y además con un nivel exponencial de propagación en este momento que hace temer incluso qué va a venir en el futuro?

“Si, yo he mirado, como todos, he buscado atenuantes, he buscado otros motivos, otros por qué y no hay otro.

Es decir, Estados Unidos tiene 50 estados, pero si cada estado a través de su gobernador o sus oficiales de salud optan por una respuesta distinta a lo que es una pandemia médica, un virus, entonces no hay una solución, porque los virus no reconocen las fronteras estatales, ni mucho menos dentro de un país.

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Está más que comprobado que en los países más autoritarios como China, donde imponen criterios de salud y comportamiento, pues casi han erradicado la pandemia. Es únicamente la falta de disciplina en los países occidentales en que sigue la pandemia”.

¿Seguramente vendrá el uso de mascarillas obligatorias y seguramente vendrá un cierre inevitable de la economía, que es algo a lo que le temen tanto en Estados Unidos?

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“Es un desastre económico, pero será el desastre económico mucho mayor si no resolvemos esto cuanto antes, y la mejor forma de resolverlo cuanto antes, y esto se ha sabido desde el ejemplo chino de hace 10 meses atrás, son cierres y encerronas con disciplina; digamos cuarentenas muy disciplinadas. Si no lo hacemos así, nos condenamos a los rebrotes continuos.

Entonces, sí es posible que hay que tragar un sapo en cuanto la economía y no es tan fácil para algunos países. Estados Unidos es el país más rico del mundo, sí se puede aguantar, es cuestión de gustos y de políticas”.

Ahora hablemos de Colombia, que es un país que usted conoce bien. ¿Cómo ven desde allá los esfuerzos del gobierno, de los ciudadanos, en medio de nuestras limitaciones y también de nuestras posibilidades por tratar de contener esta pandemia?

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“Yo tengo muchas amistades en Colombia, estoy en contacto con ellos, y bueno, según mi óptica, es que se ha hecho lo mejor que se ha podido. Digamos, quizás uno podría parar o sea criticar el gobierno por alguna decisión u otra, o por no haberlas tomado a tiempo, pero bueno en eso hay muchas faltas compartidas y son, en la mayoría de los casos, fallas humanas de decisión.

Es decir, es muy difícil adivinar en la oscuridad, que es un poco lo que ha sido esto, pero, a diferencia de otros países, tengo entendido que en Colombia el gobierno no ha subvencionado en la medida en que a muchos ciudadanos hubiera gustado y que les habría hecho la vida más aguantable en estos meses tan duros”.

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Y si en medio de toda esta pesadumbre tuviéramos que buscar lo bueno, pescar lo bueno, ¿con qué nos quedamos de todas estas transformaciones que nos está forzando la pandemia, con que se queda usted señor Anderson?

“Yo me quedo con estos momentos casi sagrados con la familia, en la naturaleza, en la calma, la serenidad de las calles sin tráfico, que todos experimentamos en algún momento. Yo creo que la pandemia nos ofreció un momento de pausa, un interludio de calma y serenidad.

También de susto, pero en el aspecto bueno, de contemplar lo maravilloso que es este mundo y eso, ojalá, lo podamos conservar”.