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Isabel Allende

Escritora chilena, es considerada como la autora viva más leída del mundo de la lengua española. Sus libros, traducidos a 42 idiomas, han alcanzado la gran cifra de 72 millones de ejemplares vendidos. Merecedora de múltiples premios, su voz se escucha con fuerza y respeto.

¿Qué lecciones nos ha dado la pandemia del COVID-19?

“Mira lo que hemos visto con esta pandemia: que le pasa algo a una persona en una aldea de China y nos pasa a todos, que si no cuidamos el planeta lo vamos a destrozar y vamos a perecer todos, de manera que cuando se habla de la empatía, de la compasión, no son valores espirituales. No, es un sentido práctico de la vida, cómo vamos a sobrevivir. Y ahí tenemos que pensar que no vamos a sobrevivir en un sistema perpetuo de violencia y de codicia, no podemos hacerlo”.

Su fundación Isabel Allende invierte en el poder de las mujeres y niñas para protegerlas contra la violencia. ¿Qué ha pasado con su fundación en estos meses tan difíciles?

“Mira, el problema mayor que hemos visto durante la pandemia fuera del problema económico es que las mujeres son las primeras en perder el trabajo, y luego se quedan encerradas en la casa; y el otro problema grave es el de laviolencia intrafamiliar.

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La violencia doméstica que siempre ha existido, pero que ahora es invisible porque está adentro del hogar y el victimario generalmente está ahí con los niños, con la mujer, desesperado porque no tiene trabajo, bebiendo demasiado muchas veces y se ha exacerbado el problema de la violencia contra la mujer dentro del hogar.

Y la misión de mi fundación es invertir en el poder de las mujeres y las niñas, las más vulnerables y trabajamos mucho con inmigración, con la gente que está esperando asilo en la frontera de los EE. UU, con México, donde hay verdaderos campos de refugiados y donde las mujeres están en una posición extremadamente vulnerable”.

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Durante las cuarentenas, todos en las mismas cuatro paredes: ¿cambió la relación de poder en algunos hogares? ¿los hombres asumieron otros roles? ¿algo de eso se queda? ¿qué pasó con las familias durante la pandemia?

“Querida, yo creo que tú eres muy optimista (risas). Yo creo que, en la mayor parte de los casos, en la familia encerrada el peso doméstico recayó sobre la mujer. Los niños dejaron de ir a la escuela, las madres están haciendo escolaridad en las casas, las mujeres siguieron haciendo el trabajo doméstico de siempre y, además, tuvieron que meterse en la computadora para hacer zoom con su trabajo.

Yo creo que algunos hombres más iluminados que otros comprendieron que había que repartirse la carga, pero son los más jóvenes y en general no se lo repartieron. Lo que yo veo, lo que me dicen, lo que yo he visto a través de la fundación, es que son las mujeres las que están más agobiadas con esto, las que perdieron primero el trabajo y las que lo van a recuperar de últimas”.

¿Cree que la humanidad va a ser diferente después de la pandemia?

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“Sí, pero no inmediatamente, creo que esto ha sido una lección extraordinaria este año, la lección de muchas cosas, de hasta qué punto tiene que terminar esa normalidad de antes, del consumo exagerado, de la comunicación por las redes sociales que es tóxica muchas veces, la explotación innecesaria del planeta y tantas otras cosas.

Yo soy mucho más optimista y creo que lo que va a pasar en el futuro es que de esta lección vamos a sacar una nueva normalidad, que no se va a presentar inmediatamente, pero la vamos a ver y no dentro de tanto tiempo”.

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¿Y vivir cómo? ¿viviremos una vida más amable? ¿más sencilla? ¿con más conciencia del planeta?

“Más comunicados de una manera amable, no tóxica. Hemos visto en este tiempo cuán importante son las relaciones humanas, la falta que nos hace poder abrazar a las personas que queremos, poder estar con los amigos, tomarte un cafecito, un vaso de vino con la gente que quieres, la gente que te gusta y no podemos hacerlo. Entonces apreciar todo eso.

Luego hemos visto que no necesitamos tantas cosas materiales, una de las cosas que yo he aprendido aquí es que necesito muy poco, mucho menos de lo que yo creía que necesitaba. Se necesita menos y se puede, no sé, tener tanta más alegría y tener tanto menos estrés con la vida interior, con la vida familiar, con estas cuatro paredes en que estamos y con la naturaleza cuando podamos salir a la naturaleza.

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Yo salgo a caminar a mis perros todos los días al parque y nada más que respirar el olor de los pinos, el laurel y sentir el aire fresco en la cara, después de haber estado todo el día encerrada, me doy cuenta de lo maravilloso que eso es y cómo tenemos que cuidar el planeta”.

Este virus nos ha demostrado que esta crisis mundial no es solo una crisis de la salud, sino también de falta de liderazgo de nuestros gobernantes. ¿No le parece que debemos preguntarnos cuál es el mundo que queremos? ¿En qué mundo vivimos? ¿Y qué mundo queremos construir?

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“Ya hemos hablado de que queremos un mundo más amable, más integrado, más igualitario, más compasivo, pero también si hablamos de la parte política estamos viviendo un momento también de crisis muy peligroso, que es un resurgimiento del fascismo, porque las instituciones están todas en crisis, están todas cuestionadas.

Para todo hay crisis, entonces qué pasa, que estas instituciones vienen del siglo XIX y ya no funcionan en el siglo XXI, entonces parte de lo que tiene que hacer la democracia es reinventarse, es reinventar las instituciones, incorporar a la gente. Ya la gente no se siente interpretada, cada vez hay menos confianza en los partidos políticos, los jóvenes ni siquiera quieren votar porque no creen en las instituciones, todo eso tiene que ser revisado, arreglado y eso yo creo que va a suceder.

Personajes como Trump, por ejemplo, exacerban las diferencias, exacerban el odio, la xenofobia, la misoginia, el racismo porque así obtienen esa efervescencia de terror de la base, que funciona así, funciona metiéndole miedo a gente, miedo al otro, miedo a lo que es diferente.

Yo en los años de mi vida, te digo, le he perdido el miedo a casi todo”.

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Los niños y los viejos encerrados, la falta de socialización, el beso con la abuela, los viajes, ¿qué ha extrañado usted?

“Lo único que extraño es abrazar a la gente que quiero, estar con mis nietos, estar con los amigos, tomarme un vaso de vino sentada en un café, en una parte, con alguien que quiero. Estoy cansada de lavar platos (risas)”.

¿El COVID ha llegado a su familia?

"No, por suerte no. Y eso que vivo en una parte muy vulnerable porque California está pésimo con respecto al virus y la parte donde yo vivo también. Pero nos cuidamos mi marido y yo y parece que la familia se está cuidando también. Tengo un poco de miedo con los nietos, porque ellos son mucho más irresponsables y se juntan con otros amigos y qué sé yo…"

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¿Y apenas salga la vacuna se la va a poner?

“Inmediatamente, apenas esté disponible me la pongo. Yo había sido una de las voluntarias, pero no me tocó”.

Vea el capítulo de El proyecto es Colombia: Sociedad

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