El 53% de la población debe abastecerse de yacimientos naturales, con el riesgo de contraer enfermedades.
En muchas viviendas de la capital del Chocó un balde y una coca son los elementos obligados para que se puedan hacer los oficios, porque el agua no llega con suficiente fuerza y en otros ni siquiera llega.
Por la sequía, más de 62.000 pobladores viven un verdadero drama para gozar del vital líquido.
“No hay (agua) para nada, no tenemos cómo bañar los niños para ir a clases, cómo lavar los servicios, no hay cómo cocinar tampoco”, dice Miller Mosquera, habitante del barrio La Esmeralda.
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Felicia Palacios, vecina de la misma zona, lamenta que “todos los días nos toca cargar el poquito de agua para el sustento de uno”.
Otros que están secos son los internos de la cárcel Anayanci. Tres carrotanques que les lleva agua a diario no les alcanzan.
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En el 47% de los barrios en los que sí hay agua potable, por la sequía y por trabajos de mejoramiento que adelanta la empresa, llega de forma intermitente.
El proyecto de construcción de las redes de acueducto de Quibdó estaba previsto para ejecutarse en 2 años, pero se extendió a 4 por el tema logístico, climático y de mano obra. Se le ha invertido más de cien mil millones de pesos y, según el operador, se necesitan más recursos para continuar con las obras.