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Gran malecón del río, un ícono de Barranquilla que "hace olvidar que existe una pandemia"

Se extiende a lo largo de cinco kilómetros y no solo es la nueva cara de La Arenosa, sino su polo de desarrollo y uno de los sitios más visitados de Colombia.

El Gran Malecón del Río es hoy por hoy todo un ícono de Barranquilla . Son cinco kilómetros de vía vehicular, de ciclorruta, de paso peatonal, justo al lado occidental del otro gran orgullo de los habitantes de la capital del Atlántico: el río Magdalena.

Y es que mirar de frente al río, en su etapa final antes de encontrarse con el mar Caribe, se ha convertido en sitio clave desde hace unos años. El Caimán del Río, primer mercado gastronómico de la región Caribe, es el epicentro del malecón.

“El malecón es básicamente el sitio más visitado de la ciudad, incluso de Colombia. Es un espacio al aire libre que tiene esta gran belleza que es el río Magdalena. Al venir aquí, a uno se le olvida que existe o existió una pandemia”, señala Álvaro Hom, administrador del Caimán del Río.

Hom agrega que la gente va al Gran malecón del río “a disfrutar del paisaje, de la belleza, de la oferta gastronómica”.

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“Estamos muy satisfechos, contentos, en ver cómo esto lo que hace es seguir creciendo y atrayendo más personas día a día”, afirma.

Hasta hoy, al menos 15 millones de personas lo han visitado. Unos lo hacen para caminar, otros para tomarse una foto y muchos más, especialmente barranquilleros, para hacer deporte el fin de semana.

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El Gran Malecón del Río es un lugar multiusos que hoy representa sin duda un polo de desarrollo para Barranquilla, la región y Colombia.

“Todas las personas que vienen a Barranquilla, del extranjero y los mismos colombianos que vienen por negocios, turismo o cualquier actividad, independiente de lo que vengan a hacer, es un sitio obligado de visita. Todo el mundo viene al Caimán, al malecón”, asegura Roger Lechuga, propietario de restaurante en el Gran Malecón del Río.

Mairyn Terán, administradora de uno de los restaurantes ubicados en el Gran Malecón del Río, señala que "a la zona llegan argentinos, chilenos, bolivianos, peruanos, gente de Venezuela, de Estados Unidos, españoles”.

Hace apenas unos días se puso en funcionamiento un nuevo tramo del Gran malecón del río, conecta desde la calle 72 hasta un puente batiente, el primero que hay en Colombia.

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En total, el Gran malecón del río tuvo un costo cercano a los 400 mil millones de pesos, una inversión que se recupera con el impuesto predial que pagan quienes alrededor van a jugársela por hacer del sector un gran complejo de oficinas, almacenes, hoteles y apartamentos.

“Es como la ventana del mundo y esto viene siendo como la sala, como el living room de Barranquilla y este es más o menos el concepto que se viene manejando para que la gente en Barranquilla encuentre un sitio donde pueda pasarla rico, pueda conocer, divertirse, todas las cosas que uno hace cuando sale a la calle”, expresa Roger Lechuga.

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Ahora ya son cinco kilómetros, que más que una vía, representan un destino, un camino obligado para quienes quieren conocer la mejor cara de Barranquilla, la que la ciudad le pone al río Magdalena y la que define buena parte de su destino y que hace honor a su nombre: la Puerta de Oro de Colombia.

Tratamos de ponerle el corazón y hacer las cosas de la mejor manera, acoger a la gente y quizás adaptarnos a todos estos cambios con el tema de la bioseguridad y todo este proceso del coronavirus ”, comenta Mairyn Terán.

Lechuga señala que, antes de que existiera el Gran malecón del río, “era increíble ver como una ciudad como Barranquilla, que está al frente del río, todo el tiempo, le dio la espalda, por así decirlo”.

“Gracias a las administraciones, a todos los organismos que se visionaron esto como algo interesante y finalmente empezaron a trabajar en el río. Comenzaron en el muelle, en un malecón que sirviera como un sitio para mostrar, para hacer turismo en Barranquilla”, anota.

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Asimismo, los habitantes de La Arenosa aseguran que el Gran malecón del río no es el final, es el comienzo de una transformación de la capital del Atlántico , porque, de aquí a unos años, este sector que alguna vez fue el más abandonado de la ciudad se va a convertir en su gran polo urbanístico, un referente y, por supuesto, siempre un tremendo orgullo.

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