Publicar la reseña judicial del capo se tradujo en amenazas, seguimientos y atentados a El Espectador. Luis Benavides cuenta cómo fue burlado el cerco criminal.
Carlos Mario Correa lograba mantener informado al país sobre lo que ocurría en Medellín y Antioquia a punta de llamadas telefónicas que hacía desde la oficina clandestina o escuchando radio.
Pero, ¿cómo era posible que El Espectador publicara las fotos de esos hechos, más cuando ningún periodista o fotógrafo del diario podía acercarse a los cubrimientos noticiosos?
La respuesta la tiene el reportero gráfico Luis Benavides, quien por primera vez cuenta el secreto que tuvo guardado por casi tres décadas.
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El 25 de agosto de 1983, El Espectador publicó la histórica foto de Pablo Escobar como narcotraficante.
La reseña judicial del peor criminal en la historia del país fue el detonante del odio del jefe del cartel de Medellín contra el diario de la familia Cano.
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En Medellín se vivió, como en ninguna otra parte del país, la barbarie del narcoterrorismo. Los periodistas o colaboradores de El espectador no podían asomarse siquiera a cubrir la información.
Los sicarios de Pablo Escobar llegaban permanentemente a las ruedas de prensa o lugares donde había noticia y preguntaban si había alguien de ese diario.
Informe Especial.
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