Arriesgando su vida, cruzan el río Táchira sin importar la furia del agua, que ya ha devorado a dos personas. Y otros hasta se tiran del puente Simón Bolívar.
Unas 300 personas cruzan el afluente todos los días con tal de llegar a Cúcuta para buscar, en esa ciudad u otras partes, un mejor futuro.
Kelly Moreno es una de las tantas indocumentadas que solo encuentran en este tramo la salida a sus problemas. “Tengo que trabajar por mis hijos. Con ese sueldo de Venezuela no se compra ni leche”, explica.
Otro testimonio es el de Tatiana Rodríguez, quien acepta que sintió miedo de que el río se la llevara, pero sigue adelante porque “en Venezuela la cosa está arrecha”.
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Estas personas no solo se exponen a atravesar las fuertes corrientes del río, otros se han lanzado del puente Simón Bolívar para poder cruzar sin pasar por los controles. Recientemente una mujer sufrió lesiones delicadas en la cabeza por esta práctica.
Ante esta situación, los venezolanos solicitan un permiso especial para no arriesgar sus vidas.
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Pese a que las autoridades hacen controles en ciertos puntos, la frontera se extiende por más de 2.500 kilómetros.
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