Una de las primeras paradas es el monumento del Pantano de Vargas, en Paipa. El frío de la noche no impide disfrutar de este espectáculo de luces.
Trece kilómetros más adelante se encuentra Duitama y ese rinconcito conocido como el Pueblito Boyacense, con un poco más de 100 casas que recrean la arquitectura de municipios como Monguí, Tenza, Sánchica, Villa de Leyva, Ráquira y El Cocuy, con un derroche multicolor de tradiciones.
En la ruta no puede faltar la parada en los tradicionales pesebres móviles de Nobsa, que durante meses son elaborados por artesanos de la región.
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