Hasta palomas han convertido varios restaurantes en su lugar predilecto para dormir, ese es el reflejo que hoy deja la crisis causada por el COVID-19 al sector gastronómico.
Un desalentador panorama que se ve en cualquier esquina de Bogotá, sin importar el tipo de comida ni el sector.
El tradicional corrientazo también está a punto de desaparecer. En tiempos de coronavirus, la gente ha optado por cocinar en sus casas y el cierre de las oficinas tiene en jaque a pequeños restaurantes.
Ya no se escuchan los jaladores en la calle ni los payasos que anunciaban el menú del día.
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En otros sectores, los restaurantes que por años han alimentado a la población universitaria también están en cuidados intensivos.
Por ahora, miles de propietarios solo esperan quitar pronto los candados de sus locales y desempolvarlos realizando planes piloto para poder abrir nuevamente las puertas al público, como en otras ciudades del país.
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