Su ‘parque’ se los festejó con mariachis, torta y payasos. Esta historia, bella pero triste, nos recuerda que toda vida merece ser celebrada y respetada.
Envejecer es duro, pero más duro es hacerse viejo estando solo, tirado en una calle, sin nadie que sobe los dolores ni mime los achaques.
"La vida del abuelo es muy triste y más para la persona de la calle". Lo dice el general Sandúa, un hombre de ojos profundos y sonrisa amplia que llegó a Bogotá hace 30 años y que, desde entonces, sobrevive en los andenes.
"Usted sabe que los pobres y los abuelos somos un estorbo para el gobierno, para la sociedad y la familia", recalca.
Es el mayor de siete hermanos y tuvo tres hijos, pero hoy no cuenta con nadie. Bueno, sí, con un "parche" de amigos, liderado por fray Gabriel Gutiérrez, frayñero, que a veces le brinda comida y abrigo.
"Él es un ser humano que nos recuerda que miles de adultos mayores están viviendo en las calles, están viviendo en la miseria", reflexiona frayñero.
Esos 'parceros' se reunieron en el parque Santander, corazón de Bogotá, para festejar por lo alto los 91 años del general, para recordarle a la ciudad que toda vida merece ser celebrada, respetada y abrazada.
"La gente rica debe saber lo que sufre el habitante de la calle, ser más humanos, lo mismo el gobierno, ser más humano", pide Sandúa, cuyo verdadero nombre es Aníbal Muñoz.
A la fiesta llegaron sus ‘panas’ más cercanos, con quienes comparte cobijas y cartones. Hubo payasos, torta, champaña y hasta mariachis.
¿Qué regalo está esperando en estos 91 años?, le preguntamos al homenajeado. “No pues qué más que este regalo, este regalo será inolvidable”, contesta.
La policía, a la que muchos de estas personas sin hogar temen, también se unió con un mensaje.
“Los invito a que miremos en este hombre a nuestros padres, a nuestros abuelos, con esa entereza y esa capacidad física”, sostiene el teniente coronel Álex Vega.
Aunque el general Sandúa ha estado en albergues, hoy duerme sobre una acera, en la Jiménez con Séptima. Es fuerte, pero hay algo que lo doblega: el frío, sobre todo el de la madrugada, el que penetra los huesos. Lo peor es que, como él. hay más de nueve mil habitantes de la calle en Bogotá.
"Llevan allí el dolor, la sangre, la tristeza, los golpes. Muchas veces lloran, los he visto llorar en las noches", recalca frayñero.
El general Sandúa sí que sabe de lágrimas, pero también de reponerse, levantarse y seguir caminando. Y es que pasar de los noventa no es fácil, menos en estas condiciones. ¿Cuál es su secreto?
"Una vida sana desde joven, nada de trago, nada de cigarrillos, nada de marihuana ni demás vagabunderias que hay ahora. Buena alimentación, acostarse con las aves, levantarse con el sol. Nada tampoco de trasnochos”, aconseja.
Coqueto por naturaleza, afirma que muchas mujeres todavía le lanzan piropos. Él, sin embargo, ya no quiere novias ni amores eternos.
"El que se casa se vuelve un esclavo, de la mujer, los hijos y él mismo… por eso no me casé”, dice entre sonrisas.
El general Sandúa tiene un sueño, morir en su tierra, Antioquia. Por ahora su imagen, amable y tierna, permanecerá inmortalizada en un mural que le pintaron en una de las calles que tanto ha recorrido, en el centro de Bogotá.
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Updated: agosto 17, 2018 04:05 p. m.